Folleto | XIV Domingo del Tiempo Ordinario



LIBRETO LITÚRGICO
XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 
AÑO C

06/07/2025

CANTO DE ENTRADA

Reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.


MIRA COMO ACLARA EN LA CORDILLERA

COMO FLORECE EL RESPLANDOR DEL SOL

COMO LA FRÍA MAÑANA SE ENTIBIA

COMO DIOS NOS DA UN DÍA MÁS DE AMOR

Y SU LUZ RECORRE CAMPOS Y FLORESTAS

ABARCANDO HASTA EN EL ÚLTIMO RINCÓN

PENETRANDO POR TINIEBLAS DANDO VIDA

Y JAMÁS DETIENE SU CALOR.

Y ACLARÓ EN EL ÚLTIMO RINCÓN DE MI PIEZA

ACLARÓ EN EL ÚLTIMO RINCÓN DE MI CORAZÓN

ACLARÓ LA ETERNA OSCURIDAD DEL CAMINO

ACLARÓ UN DÍA MÁS DE VIDA NOS OFRECE DIOS

Y DE NUEVO DESPERTAMOS A LA VIDA

A ENTREGARNOS POR ENTERO A LA RAZÓN

SI PUDIERA DETENER ESTA RUTINA Y DAR GRACIAS POR QUE EXISTO HOY.

CAMBIARÍA COMO TODO CAMBIARÍA

POR COMPLETO NUESTRA POSICIÓN

DE EGOÍSMOS Y DE FALSAS APARIENCIAS

CAMBIARÍA NUESTRO FALSO AMOR

Y ACLARÓ EN EL ULTIMO RINCÓN DE MI PIEZA

ACLARÓ EN EL ULTIMO RINCÓN DE MI CORAZÓN

ACLARÓ LA ETERNA OSCURIDAD DEL CAMINO

ACLARÓ UN DÍA MÁS DE VIDA NOS OFRECE DIOS


SALUDO

Una vez finalizado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, todos de pie, hacen la señal de la cruz, mientras el sacerdote, de cara al pueblo, dice:

℣. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
℟.: Amén.

Luego, el sacerdote, abriendo los brazos, saluda al pueblo:

℣.: El Señor  esté con todos vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote, diácono u otro ministro podrá, con palabras muy breves, introducir a los fieles en la Misa del día.

ACTO PENITENCIAL

℣.: Hermanos para celebrar dignamente estos sagrados misterios reconozcamos nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. 

Sigue  la absolución sacerdotal:
℣.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

también o inclusive:


℣.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON — 
℟.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON —
℣.:— CHRISTE-E-E-E-E, ELEISON — 
℟.: — CHRISTE-E-E-E-E, ELEISON 
℣.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON — 
℟.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON—


HIMNO DE GLORIA


 GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR.

POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS,
TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS,
TE GLORIFICAMOS, TE DAMOS GRACIAS,
SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODOPODEROSO SEÑOR,
HIJO ÚNICO, JESUCRISTO.

SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS, HIJO DEL PADRE;
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
ATIENDE NUESTRA SÚPLICA;
TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO,
SÓLO TÚ SEÑOR, SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO,
CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. — 

ORACIÓN COLECTA

con las manos juntas, el sacerdote dice:

℣.: 
Oremos.
Y todos rezan con el sacerdote, durante un rato, en silencio. Luego el sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración colecta:

Dios nuestro, que por la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concédenos una santa alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la felicidad que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

℟.: Amen.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El lector se dirige al ambón y proclama la primera lectura.

Lectura del libro de Isaías     66, 10-14

¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos! Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así Yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. 

Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación.

al terminar proclama: 
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL

El salmista se dirige al ambón y proclama o recita el salmo.

R/. ¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “¡Qué admirables son tus obras!” R/.

Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. R/.

Él convirtió el mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en Él, que gobierna eternamente con su fuerza. R/.

Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R/.

SEGUNDA LECTURA

El lector se dirige al ambón y proclama la primera lectura.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia 6, 14-18

Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.

Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes.

al terminar proclama: 
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Si el evangelio lo proclama un diacono este le pide al sacerdote o al obispo la bendición:

Padre dame tu bendición.

El sacerdote submissa dice:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios para que puedas proclamar dignamente su Evangelio:
En el nombre del Padre, del Hijo, y Del Espiritu Santo.

El diacono se signa y responde:
Amen.

Si no hay diácono, el sacerdote, inclinándose ante el altar, reza en silencio.

Dios todopoderoso esté en mi corazón y en mis labios para que pueda anunciar dignamente tu Evangelio

El diácono o sacerdote se dirige al ambón, acompañado, si procede, de ministros con incienso y cirios, y dice:

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO



— ALLELUIA, ALLELUIA, ALLELU-U-UIAAAAAAA! 
℣.: El Padre me ha enviado para llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos.
— ALLELUIA, ALLELUIA, ALLELU-U-UIAAAAAAA! 

℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
El diácono o sacerdote dice:
℣.: Proclamación del Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 
10, 1-12. 17-20

℟.: Gloria a ti Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.

Esa paz reposará sobre él

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”.

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.

Al terminar proclama:
℣.: Palabra del Señor.
℟.: Gloria y honor a ti Señor.

Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.


HOMILIA

Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.


LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS

Se inicia el canto de preparación de las ofrendas, mientras los ministros colocan sobre el altar el corporal, la sangre, el cáliz, la palia y el Misal.

 
JUNTOS NOS ACERCAMOS  

— JUNTOS NOS ACERCAMOS 
A ESTA MESA PARA OFRECER 
TODO LO QUE TENEMOS QUE ES PARA TI. 

— ES NUESTRA VIDA, NUESTRA ESPERANZA, 
NUESTRO DOLOR Y AMOR, 
DEJA QUE NUESTRAS MANOS LLEGUEN A TI. 

— EL PAN QUE ES TIERRA, FRUTO Y TRABAJO 
TU CUERPO YA SERÁ, 
DÁNOSLO Y NUESTRA VIDA RENACERÁ. 

— EL VINO CONVERTIDO EN TU SANGRE 
DÁNOSLO A BEBER 
Y SE HARÁ FECUNDO NUESTRO DOLOR. 

— COMO EL PAN Y EL VINO 
QUE SE TRANSFORMAN EN ESTE ALTAR, 
TRANSFORMA NUESTRAS VIDAS 
Y NUESTRO HOGAR

Es recomendable que los fieles expresen su participación trayendo una ofrenda, ya sea pan y vino para la celebración de la Eucaristía, u otra donación para ayudar a la comunidad y a los pobres.

El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.

℣.: Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

℟.: Bendito seas por siempre, Señor

El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.

Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.

℣.: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

℟.: Bendito seas por siempre, Señor

Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.

Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.


INVITACIÓN A LA ORACIÓN

Luego, de pie en medio del altar y de cara al pueblo, el sacerdote extiende y junta las manos y dice:

℣.: 
Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo se levanta y responde:
℟.: 
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa iglesia.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Luego, abriendo los brazos, el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas;

℣.: Padre del cielo, que este sacrificio consagrado a tu nombre nos purifique y nos encamine, cada día más, hacia la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amen.

PREFACIO

Al comenzar la Plegaria Eucarística, el sacerdote abre los brazos y dice o canta:

El sacerdote, con los brazos abiertos, reza o canta el Prefacio.

℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.

℣.: levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

℣.: Demos gracias al Señor nuestro Dios
℟.: Es justo y necesario.

℣.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

En él has querido restaurar todas las cosas, y hacernos participar a todos de su plenitud. Él, que era de condición divina, se anonadó a sí mismo, y por su Sangre derramada en la cruz pacificó todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles, cantamos el himno a tu gloria, diciendo sin cesar:
SANTO


— SANTO, SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. 

— LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA. HOSANNA EN EL CIELO. 

— SANTO, SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. 

— BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO. 


ORACIÓN EUCARÍSTICA II

El sacerdote, con los brazos abiertos, dice:
℣.: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, 
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente,
diciendo:

de manera que sean para nosotros Cuerpo y ✠ Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

el cual,

Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:

tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Accípite et manducáte ex hoc omnes: hoc est enim Corpus meum, quod pro vobis tradétur.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.

℣.: Del mismo modo acabada la cena,

Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.
Accípite et bíbite ex eo omnes: hic est enim calix Sánguinis mei novi et aetérni testaménti, qui pro vobis et pro multis effundétur in remissiónem peccatórum. Hoc fácite in meam commemoratiónem.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.

℣.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

El sacerdote, con los brazos abiertos, dice:

℣.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

1C: Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y con el Papa Juan Pablo , con nuestro Obispo Tomásy todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Alza la patena con la hostia y el cáliz, diciendo:

℣.: Por Cristo, con él y en él, o a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟.: Amen.

ORACIÓN DEL SEÑOR

Después de colocar el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote dice con las manos juntas:

℣.: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

El sacerdote abre los brazos y continúa con el pueblo:

℟.: PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; VENGA A NOSOTROS TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN; NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL.

El sacerdote continúa solo, con los brazos abiertos:
℣.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

El sacerdote une sus manos.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

El sacerdote, con los brazos abiertos, dice en voz alta:
℣.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amen.

El sacerdote, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:
℣.: La paz del Señor esté siempre con todos vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.

SALUDO DE PAZ

Luego, si procede, el diácono o sacerdote dice:
℣.: Dense la paz
Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.

FRACCIÓN DE PAN

Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

Mientras tanto canta:



— CORDERO DE DIOS, TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS 

— CORDERO DE DIOS, TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS 

— CORDERO DE DIOS, TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, DANOS LA PAZ 

Luego, el sacerdote, con las manos juntas, reza en silencio.

El sacerdote hace una genuflexión, toma la hostia en la mano y, levantándola un poco por encima de la patena o cáliz, dice en voz alta, de cara al pueblo:

℣.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

COMUNIÓN

El sacerdote, de cara al altar, ora en silencio y comulga con reverencia con el Cuerpo de Cristo.
Luego, sostiene el cáliz y ora en silencio; y participa reverentemente de la Sangre de Cristo.

Mientras el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de Comunión.


— ALMA DE CRISTO, SANTIFÍCAME
CUERPO DE CRISTO, SÁLVAME
SANGRE DE CRISTO, EMBRIÁGAME
AGUA DEL COSTADO DE CRISTO, LÁVAME
PASIÓN DE CRISTO, CONFÓRTAME

¡OH, BUEN JESÚS!, ÓYEME
Y DENTRO DE TUS LLAGAS, ESCÓNDEME
NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TI

DEL ENEMIGO, DEFIÉNDEME
EN LA HORA DE MI MUERTE, LLÁMAME
Y MÁNDAME IR A TI
PARA, CON TUS SANTOS TE ALABE
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN

PASIÓN DE CRISTO, CONFÓRTAME
¡OH, BUEN JESÚS!, ÓYEME
Y DENTRO DE TUS LLAGAS, ESCÓNDEME
NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TI

DEL ENEMIGO, DEFIÉNDEME
EN LA HORA DE MI MUERTE, LLÁMAME
Y MÁNDAME IR A TI
PARA, CON TUS SANTOS TE ALABE
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN 


Luego, toma la patena o copón, se acerca a los que están por comulgar y muestra la hostia un poco elevada a cada uno de ellos, diciendo:

℣.: Cuerpo de Cristo
El que recibirá la comunión responde:
℟.: Amen.
Y comulga.

Después de la Comunión, el sacerdote, diácono o acólito purifica la patena y el cáliz.

Mientras se realiza la purificación, el sacerdote reza en silencio.

Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que nos haces en esta vida nos sirva para la vida eterna.

Entonces el sacerdote puede volver a la silla. Es aconsejable observar algún tiempo de sagrado silencio o recitar un salmo u otro cántico de alabanza.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Luego, junto al altar o a la silla, el sacerdote, de pie, de cara al pueblo, dice con las manos juntas:

Pres.: Oremos.
Luego, el sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
℣.: Alimentados con tan grandes dones, te pedimos, Padre, recibir sus frutos de salvación y no dejar nunca de alabarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amen.

RITOS FINALES

BENDICIÓN FINAL

Si es necesario, se deberán realizar comunicaciones breves al pueblo.

Luego se dice adiós. El sacerdote, de cara al pueblo, abre los brazos y dice:
℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.

℣.: Y los bendiga Dios todopoderoso, Padre,  Hijo + y Espíritu  Santo
℟.: Amén.

Luego, el diácono o el propio sacerdote dice al pueblo, uniendo sus manos:
℣.: Pueden ir en paz
℟.: Demos gracias a gracias a Dios

Luego el sacerdote besa el altar en señal de veneración, como al principio. Habiendo hecho la debida reverencia ante los ministros, se marcha.

ANTÍFONA MARIANA


SALVE, REGINA, MATER MISERICORDIAE:
VITA, DULCEDO, SPES NOSTRA, SALVE.

AD TE CLAMAMUS, EXSULES, FILII HEVAE.
AD TE SUSPIRAMUS, GEMENTES

ET FLENTES IN HAC LACHRIMARUM VALLE.
EIA ERGO ADVOCATA NOSTRA,

ILLOS TUOS MISERICORDES OCULOS AD NOS CONVERTE.
ET IESUM, BENEDICTUM FRUCTUM VENTRIS TUI,

NOBIS POST HOC EXSILIUM OSTENDE.
O CLEMENS, O PIA, O DULCIS VIRGO MARIA
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