CANTO DE ENTRADA
Reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
TE CANTAMOS, OH, HIJO AMADO DEL PADRE
TE ALABAMOS, ETERNA PALABRA SALIDA DE DIOS
TE CANTAMOS, OH, HIJO DE LA VIRGEN MARÍA
TE ALABAMOS, OH, CRISTO NUESTRO HERMANO
NUESTRO SALVADOR
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
TE CANTAMOS A TI, ESPLENDOR DE LA GLORIA
TE ALABAMOS, ESTRELLA RADIANTE QUE ANUNCIAS EL DÍA
TE CANTAMOS, OH, LUZ QUE ILUMINAS NUESTRAS SOMBRAS
TE ALABAMOS, ANTORCHA DE LA NUEVA JERUSALÉN
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
TE CANTAMOS, MESÍAS, QUE ANUNCIARON LOS PROFETAS
TE ALABAMOS, OH, HIJO DE ABRAHAM E HIJO DE DAVID
TE CANTAMOS, MESÍAS, ESPERADO POR LOS POBRES
TE ALABAMOS, OH, CRISTO, NUESTRO REY DE HUMILDE CORAZÓN
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
TE CANTAMOS, MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES
TE ALABAMOS, OH, RUTA VIVIENTE, CAMINO DEL CIELO
TE CANTAMOS, SACERDOTE DE LA NUEVA ALIANZA
TE ALABAMOS, TÚ ERES NUESTRA PAZ POR LA SANGRE DE LA CRUZ
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
TE CANTAMOS, CORDERO DE LA PASCUA ETERNA
TE ALABAMOS, OH, VÍCTIMA QUE BORRAS NUESTROS PECADOS
TE CANTAMOS, OH, TEMPLO DE LA NUEVA ALIANZA
OH, PIEDRA ANGULAR Y ROCA DE ISRAEL
PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR
SALUDO
Una vez finalizado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, todos de pie, hacen la señal de la cruz, mientras el sacerdote, de cara al pueblo, dice:
℣. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
℟.: Amén.
Luego, el obispo, abriendo los brazos, saluda al pueblo:
℣.: La paz esté con todos vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono u otro ministro podrá, con palabras muy breves, introducir a los fieles en la Misa del día.
ACTO PENITENCIAL
℣.: Hermanos para celebrar dignamente estos sagrados misterios reconozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.
Sigue la absolución sacerdotal:
℣.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
también o inclusive:
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℣.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON —
℟.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON —
℣.:— CHRISTE-E-E-E-E, ELEISON —
℟.: — CHRISTE-E-E-E-E, ELEISON —
℣.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON —
℟.: — KYRIE-E-E-E-E, ELEISON—
HIMNO DE GLORIA
— GLÓRIA IN EXCÉLSIS DEO. —
— ET IN TERRA PAX HOMÍNIBUS BONÆ VOLUNTÁTIS. LAUDÁMUS TE. BENEDÍCIMUS TE. —
— ADORÁMUS TE. GLORIFICÁMUS TE. GRÁTIAS ÁGIMUS TIBI PROPTER MAGNAM GLÓRIAM TUAM. —
— DÓMINE DEUS, REX CÆLÉSTIS, DEUS PATER OMNÍPOTENS. DÓMINE FILI UNIGÉNITE, JESU CHRISTE. —
— DÓMINE DEUS, AGNUS DEI, FÍLIUS PATRIS. QUI TOLLIS PECCÁTA MUNDI, MISERÉRE NOBIS. —
— QUI TOLLIS PECCÁTA MUNDI, SÚSCIPE DEPRECATIÓNEM NOSTRAM. QUI SEDES AD DÉXTERAM PATRIS, —
— MISERÉRE NOBIS. QUÓNIAM TU SOLUS SANCTUS. TU SOLUS DÓMINUS. —
— TU SOLUS ALTÍSSIMUS, JESU CHRISTE. CUM SANCTO SPÍRITU IN GLÓRIA DEI PATRIS. AMEN. —
ORACIÓN COLECTA
con las manos juntas, el sacerdote dice:
℣.: Oremos.
Y todos rezan con el sacerdote, durante un rato, en silencio. Luego el sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración colecta:
Dios, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia a ministrar a sus hermanos y hermanas y no a ser ministrados, da a este siervo tuyo que has elegido hoy para el ministerio episcopal, preocupación en la acción, mansedumbre en el ministerio y constancia en la oración. Alaba a nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios, y vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos.
℟.: Amen.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El lector se dirige al ambón y proclama la primera lectura.
Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de alabanza.
al terminar proclama:
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(95, 1- 3. 10)
El salmista se dirige al ambón y proclama o recita el salmo.
R/. ¡Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos!
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R/.
Día tras día, proclamen su victoria.Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R/.
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R/.
SEGUNDA LECTURA
El lector se dirige al ambón y proclama la primera lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 12, 4-8
Hermanos:
Así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros con diversas funciones, también todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a cada uno, somos miembros los unos de los otros. Conforme a la gracia que Dios nos ha dado, todos tenemos aptitudes diferentes. El que tiene el don de la profecía, que lo ejerza según la medida de la fe. El que tiene el don del ministerio, que sirva. El que tiene el don de enseñar, que enseñe. El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes, que dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que practica misericordia, que lo haga con alegría.
al terminar proclama:
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos Señor.
EVANGELIO
Si el evangelio lo proclama un diacono este le pide al sacerdote o al obispo la bendición:
Padre dame tu bendición.
El sacerdote submissa dice:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios para que puedas proclamar dignamente su Evangelio:
En el nombre del Padre, del Hijo, y Del Espiritu Santo.
El diacono se signa y responde:
Amen.
Si no hay diácono, el sacerdote, inclinándose ante el altar, reza en silencio.
Dios todopoderoso esté en mi corazón y en mis labios para que pueda anunciar dignamente tu Evangelio
El diácono o sacerdote se dirige al ambón, acompañado, si procede, de ministros con incienso y cirios, y dice:
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
— ALLELUIA, ALLELUIA, ALLELU-U-UIAAAAAAA! —
℣.: El Señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos.
— ALLELUIA, ALLELUIA, ALLELU-U-UIAAAAAAA! —
℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.El diácono o sacerdote dice:
℣.: Proclamación del Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-9
℟.: Gloria a ti Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo:
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes.»
Al terminar proclama:
℣.: Palabra del Señor.
℟.: Gloria y honor a ti Señor.Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.
ELECCIÓN DE CANDIDATOS
Luego comienza la Ordenación del Obispo.
El Obispo, si corresponde, se acerca a la silla preparada para la Ordenación y se presentan los candidatos.
El diácono o presbitero llama al ordenando:
℣.: El que está a punto de ser ordenado diácono acérquese.
Y luego lo llama, por su nombre.
1. Reverendísimo Excelentísimo Señor obispo electo, hermano Eulogio.
Y responde:
Elegido: Presente!
Cuando todos están ante el Obispo, un Sacerdote, designado al efecto, dice:
L. Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia le pide que ordene obispo a este hermano nuestro.
Entonces, pregunta:
℣.: ¿Sabes si es digno de este ministerio?
Confirme diciendo:
L. Habiendo interrogado al pueblo de Dios y escuchado a los responsables, doy testimonio de que fue declarado digno.
℣.:. Con la ayuda de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a nuestro hermano para la Orden del Episcopado.
El Obispo ordenante principal le pregunta:
℣.: ¿Tienen el mandato apostólico?
El presbítero le responde:
Lo tenemos.
El Obispo ordenante principal:
℣.: Ten la bondad de leerlo.
Entonces se lee el mandato, estando todos sentados. Terminada su lectura, todos dan su
asentimiento a la elección del Obispo, diciendo:
℟. Demos gracias a Dios
Comienza la homilía.
HOMILIA
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del obispo celebrante; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
RITO DE ORDENACIÓN
Interrogatorio
Después de la homilía, sólo el elegido se levanta y se presenta ante el Obispo, quien lo interroga:
℣. Querido hijo, antes de ser admitido en la Orden del Episcopado, es necesario que expreses, sobre todo, tu deseo de asumir este ministerio.
Luego:
℣. Por lo tanto, querido hermano: ¿Quieres consagrarte hasta la muerte, al ministerio episcopal que hemos heredado de los Apóstoles, y que por la imposición de nuestras manos te va a ser conferido con la gracia del Espíritu Santo?
Electus: Si, quiero.
℣. ¿Quieres anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo?
Electus: Si, quiero.
℣. ¿Quieres conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal como fue recibido de los Apóstoles y que la Iglesia ha conservado siempre y en todo lugar?
Electus: Si, quiero.
℣. ¿Quieres edificar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y permanecer en su unidad con el Orden de los Obispos, bajo la autoridad del sucesor de Pedro?
Electus: Si, quiero.
℣. ¿Quieres orar continuamente a Dios Padre todopoderoso en favor del pueblo santo, y ejercer de manera irreprochable las funciones del sumo sacerdocio?
Electus: Sí, quiero, con la gracia de Dios.
Promissio Obedientiæ
El Elegidos se acerca al Obispo, se arrodilla y coloca sus manos entrelazadas entre las del Obispo.
El Obispo, le pregunta diciendo:
℣.: ¿Prometes obediencia y respeto a mí, y a mis sucesores?
Elegido: lo prometo.
En cualquier caso, el obispo concluye:
℣.: Que Dios mismo lleve a término esta obra buena que en ti ha
comenzado.
Letanías de todos los santos
Todos se levantan. El Obispo, de pie sin mitra y con las manos juntas de cara al pueblo, invita:
℣. Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre Todopoderoso para que derrame gratuitamente su gracia sobre estos servidores suyos, llamados a la Orden del Episcopado.
El elegido se postra.
Se canta la letanía, a la que todos responden.
Los domingos y Semana Santa todos permanecen de pie, en la posición en la que se encuentran.
Los días laborables, excepto en Semana Santa, todos permanecen de rodillas, en la posición en la que se encuentran. En este caso, el diácono dice:
℣.: Nos arrodillamos.
Y todos se arrodillan.
La letanía comienza:
— Señor, ten piedad de nosotros.
℟.: Señor, ten piedad de nosotros.
— Cristo, ten piedad de nosotros.
℟.: Cristo, ten piedad de nosotros.
— Señor, ten piedad de nosotros.
℟.: Señor, ten piedad de nosotros.
— Santa María, madre de Dios,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Miguel y Santos Ángeles de Dios,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Juan Bautista y San José,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Pedro y San Pablo,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Andrés y San Juan,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Santo Tomás y Santiago,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Felipe y San Bartolomé,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Mateo y San Simón,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Tadeo y San Matías,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Santa María Magdalena y San Esteban,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Ignacio de Antioquía y San Lorenzo,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Santas Perpetua y Felicidade y Santa Inés,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Gregorio y San Agustín
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Atanasio y San Basilio
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Martín y San Benito,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Francisco y Santo Domingo,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— San Francisco Javier y San Juan María Vianney,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Santa Catalina de Siena y Santa Teresa de Jesús,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Todos los santos de Dios,
℟.: ¡Ruega por nosotros!
— Sean favorables a nosotros,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que nos libres de todo mal, de todo pecado y de la muerte eterna,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Por tu encarnación, muerte y resurrección,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Por el derramamiento del Espíritu Santo,
℟.: Escúchanos, Señor.
— A pesar de nuestros pecados,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que te dignes dirigir y proteger a tu Iglesia,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que os dignéis tener en vuestro santo servicio al Papa Romano, a los Obispos y a todo el clero,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que te dignes bendecir, santificar y consagrar a estos Elegidos,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que te dignes conceder la paz y la verdadera concordia a todos los pueblos,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que te dignes mostrar tu misericordia a todos los que sufren tribulación,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Para que te dignes preservarnos y consolarnos en tu santo servicio,
℟.: Escúchanos, Señor.
— Jesús, Hijo del Dios vivo.
℟.: Escúchanos, Señor.
— Cristo, escúchanos.
℟.: Cristo, escúchanos.
— Cristo, respóndenos.
℟.: Cristo, respóndenos.
Después de la letanía, sólo el Obispo se levanta y dice, con las manos extendidas:
℣.: Señor Dios, escucha nuestras súplicas y acompaña con tu ayuda lo que se hará por nuestro ministerio, santifica, con tu bendición, a estos hermanos nuestros que juzgamos aptos para el servicio de los santos ministerios. Por Cristo nuestro Señor.
℟.: Amen.
Si están arrodillados, el diácono dice:
℣.: Levantarse.
Y todos se levantan.
Imposición de manos y oración de ordenación
44. El elegido se levanta, se acerca al Obispo ordenante principal, que está de pie delante de la
sede y con mitra, y se pone de rodillas ante él.
45. El Obispo ordenante principal impone en silencio las manos sobre la cabeza del elegido. A
continuación, acercándose sucesivamente, hacen lo mismo todos los demás Obispos, también
en silencio. Después de la imposición de las manos, los Obispos permanecen junto al Obispo
ordenante principal hasta finalizar la Plegaria de Ordenación, pero de modo que los fieles puedan
ver bien el rito.
46. Enseguida, el Obispo ordenante principal recibe de un diácono el libro de los Evangelios y
lo impone abierto sobre la cabeza del elegido; dos diáconos, a la derecha y a la izquierda del
elegido, sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza del elegido, hasta que finalice la
Plegaria de Ordenación.
47. Con el elegido de rodillas ante él, el Obispo ordenante principal, sin mitra, y con los demás
Obispos ordenantes a su lado, también sin mitra, dice con las manos extendidas la Plegaria de
Ordenación:
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordia y Dios de todo consuelo
que habitas en el cielo
y te fijas en los humildes;
que lo conoces todo antes de que exista.
Tú estableciste normas en tu Iglesia
con tu palabra bienhechora.
Desde el principio tú predestinaste
un linaje justo de Abraham;
nombraste príncipes y sacerdotes
y no dejaste sin ministros tu santuario.
Desde el principio del mundo te agrada
ser glorificado por tus elegidos.
INFUNDE AHORA SOBRE ESTE TU ELEGIDO
LA FUERZA QUE DE TI PROCEDE:
EL ESPÍRITU DE GOBIERNO
QUE DISTE A TU AMADO HIJO JESUCRISTO,
Y ÉL, A SU VEZ, COMUNICÓ A LOS SANTOS APÓSTOLES,
QUIENES ESTABLECIERON LA IGLESIA
COMO SANTUARIO TUYO
EN CADA LUGAR,
PARA GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU NOMBRE.
Padre santo, tú que conoces los corazones,
concede a este servidor tuyo,
a quien elegiste para el episcopado
que sea un buen pastor de tu santa grey
y ejercite ante ti el sumo sacerdocio
sirviéndote sin tacha día y noche;
que atraiga tu favor sobre tu pueblo
y ofrezca los dones de tu santa Iglesia;
que por la fuerza del Espíritu,
que recibe como sumo sacerdote
y según tu mandato,
tenga el poder de perdonar pecados;
que distribuya los ministerios
y los oficios según tu voluntad,
y desate todo vínculo conforme al poder
que diste a los Apóstoles;
que por la mansedumbre e y la pureza de corazón
te sea grata su vida como sacrificio de suave olor,
por medio de tu Hijo Jesucristo,
por quien recibes la gloria, el poder y el honor,
con el Espíritu, en la santa Iglesia,
ahora y por los siglos de los siglos.
℟.: Amen.
Unción de la cabeza y entrega del libro de los Evangelios y de las
insignias
49. El Obispo ordenante principal, protegido con el gremial, recibe de un diácono el santo crisma y unge la cabeza del ordenado, que esta arrodillado delante de él, diciendo:
℣.: Dios todopoderoso, que te ha hecho partícipe del Sumo Sacerdocio de Cristo, derrame sobre ti el bálsamo de la unción santa y con su bendición, haga fecundo tu ministerio.
50. El Obispo ordenante principal recibe de un diácono el libro de los Evangelios y se lo entrega
al ordenado, diciendo:
℣.: Recibe el Evangelio
y anuncia la palabra de Dios
con sabiduría y perseverancia.
El diácono toma nuevamente el libro de los Evangelios y lo deposita en su lugar (credencia).
51. El Obispo ordenante principal pone el anillo en el dedo anular de la mano derecha del
ordenado, diciendo:
℣.: Recibe este anillo, signo de fidelidad,
y protege fielmente a la Iglesia,
esposa santa de Dios.
52. Si el ordenado goza de palio, el Obispo ordenante principal lo recibe del diacono y lo pone
sobre los hombros del ordenado diciendo:
℣.: Recibe el Palio
traído del sepulcro de san Pedro,
que te entregamos
en nombre del Romano Pontífice
el Papa Juan Pablo.,
como signo de autoridad metropolitana,
para que lo uses dentro de los límites
de tu provincia eclesiástica;
que sea para ti símbolo de unidad
y señal de comunión con la Sede Apostólica,
vínculo de caridad y estímulo de fortaleza.
53. Enseguida, el Obispo ordenante principal pone la mitra al ordenado, diciendo:
℣.: Recibe la mitra,
brille en ti el resplandor de la santidad,
para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
merezcas recibir la corona de gloria
que no se marchita.
54. Y, finalmente, entrega al ordenado el báculo pastoral, diciendo:
℣.: Recibe el báculo,
signo del ministerio pastoral,
y cuida de toda tu grey,
porque el Espíritu Santo te ha constituido Obispo,
para que apacientes la Iglesia de Dios.
55. Se ponen todos de pie. Si la Ordenación se ha hecho en la iglesia propia del ordenado, el
Obispo ordenante principal lo invita a sentarse en la cátedra y él se sienta a su derecha.
56. Finalmente el ordenado, dejando el báculo, se levanta y recibe del Obispo ordenante principal
y de todos los obispos el beso de paz.
58. Prosigue la Misa del modo acostumbrado. Si lo indican las rúbricas se dice el Símbolo de la
fe. Se omite la oración universal.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS
Se inicia el canto de preparación de las ofrendas, mientras los ministros colocan sobre el altar el corporal, la sangre, el cáliz, la palia y el Misal.
Es recomendable que los fieles expresen su participación trayendo una ofrenda, ya sea pan y vino para la celebración de la Eucaristía, u otra donación para ayudar a la comunidad y a los pobres.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
℣.: Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
℣.: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
℟.: Bendito seas por siempre, Señor
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.
INVITACIÓN A LA ORACIÓN
Luego, de pie en medio del altar y de cara al pueblo, el sacerdote extiende y junta las manos y dice:
℣.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo se levanta y responde:
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa iglesia.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego, abriendo los brazos, el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas;
℣.: Padre Santo, tu Hijo quiso lavar los pies de sus discípulos, para darnos ejemplo; Acepta los dones de nuestro servicio y haz que, ofreciendo nuestra vida como oblación espiritual, seamos enriquecidos con celo y humildad. Por Cristo nuestro Señor.
℟.: Amen.
PREFACIO
Al comenzar la Plegaria Eucarística, el sacerdote abre los brazos y dice o canta:
El sacerdote, con los brazos abiertos, reza o canta el Prefacio.
℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
℣.: levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣.: Demos gracias al Señor nuestro Dios
℟.: Es justo y necesario.
℣.: En verdad, es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios eterno y todopoderoso. Por la unción del Espíritu Santo, constituiste tu Hijo Unigénito Pontífice de la nueva y eterna alianza, y estableciste en tu designio inefable que muchos ministerios fueran ejercidos en la Iglesia. Por eso, vuestro Hijo, Jesucristo, no sólo enriquece a la Iglesia con un sacerdocio real, sino que también, con bondad fraterna, elige a hombres que, mediante la imposición de manos, participan de su sagrado ministerio. En nombre de Cristo, preceden al pueblo en la caridad, lo alimentan con la Palabra y lo restauran con los sacramentos. Entregando la vida por vosotros y por la salvación de vuestros hermanos, procurad asemejaros a la imagen del mismo Cristo y testimoniad, constantes, ante vosotros, la fe y el amor.
Por eso, Señor, con los angeles y todos los santos, te exaltamos, cantando a una sola voz:
SANTO
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— SANCTUS, SANCTUS, SANCTUS
DOMINUS, DEUS SABAOTH —
— PLENI SUNT CÆLI ET TERRA GLORIA TUA
HOSANNA, IN EXCELSIS —
— BENEDICTUS QUI VENIT IN NOMINE DOMINI
HOSANA, IN EXCELSIS —
ORACIÓN EUCARÍSTICA II
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice:
℣.: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente,
diciendo:
de manera que sean para nosotros Cuerpo y ✠ Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.
el cual,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Accípite et manducáte ex hoc omnes: hoc est enim Corpus meum, quod pro vobis tradétur.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
℣.: Del mismo modo acabada la cena,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.
Accípite et bíbite ex eo omnes: hic est enim calix Sánguinis mei novi et aetérni testaménti, qui pro vobis et pro multis effundétur in remissiónem peccatórum. Hoc fácite in meam commemoratiónem.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
℣.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice:
℣.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
1C: Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y con el Papa Juan Pablo , con nuestro Obispo Eulogio. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Alza la patena con la hostia y el cáliz, diciendo:
℣.: Por Cristo, con él y en él, o a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟.: Amen.
ORACIÓN DEL SEÑOR
Después de colocar el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote dice con las manos juntas:
℣.: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
El sacerdote abre los brazos y continúa con el pueblo:
℟.: PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; VENGA A NOSOTROS TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN; NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL.
El sacerdote continúa solo, con los brazos abiertos:
℣.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El sacerdote une sus manos.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
℣.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice en voz alta:
℣.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
℟.: Amen.
℣.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El sacerdote, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:
℣.: La paz del Señor esté siempre con todos vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
℣.: La paz del Señor esté siempre con todos vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
SALUDO DE PAZ
Luego, si procede, el diácono o sacerdote dice:
℣.: Dense la paz
℣.: Dense la paz
Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
FRACCIÓN DE PAN
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Mientras tanto canta:
— A-A-A-AAGNUS DEI,
QUI TOLLIS PECCATA MUNDI,
MISERERE NOBIS. —
— A-A-A-AAGNUS DEI,
QUI TOLLIS PECCATA MUNDI,
MISERERE NOBIS. —
— A-A-A-AAGNUS DEI,
QUI TOLLIS PECCATA MUNDI,
DONA NOBIS PACEM. —
Luego, el sacerdote, con las manos juntas, reza en silencio.
El sacerdote hace una genuflexión, toma la hostia en la mano y, levantándola un poco por encima de la patena o cáliz, dice en voz alta, de cara al pueblo:
℣.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
El sacerdote, de cara al altar, ora en silencio y comulga con reverencia con el Cuerpo de Cristo.
Luego, sostiene el cáliz y ora en silencio; y participa reverentemente de la Sangre de Cristo.
Mientras el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de Comunión.
Luego, toma la patena o copón, se acerca a los que están por comulgar y muestra la hostia un poco elevada a cada uno de ellos, diciendo:
℣.: Cuerpo de Cristo
El que recibirá la comunión responde:
℟.: Amen.
Y comulga.
℟.: Amen.
Y comulga.
Mientras se realiza la purificación, el sacerdote reza en silencio.
Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que nos haces en esta vida nos sirva para la vida eterna.
Entonces el sacerdote puede volver a la silla. Es aconsejable observar algún tiempo de sagrado silencio o recitar un salmo u otro cántico de alabanza.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, junto al altar o a la silla, el sacerdote, de pie, de cara al pueblo, dice con las manos juntas:
Pres.: Oremos.
Luego, el sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
℣.: Señor, concede que tus siervos, saciados de comida y bebida celestiales, sean fieles ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la caridad para tu gloria y la salvación de los que creen. Por Cristo, nuestro Señor.
℟.: Amen.
RITOS FINALES
BENDICIÓN FINAL
Si es necesario, se deberán realizar comunicaciones breves al pueblo.
Luego se dice adiós. El sacerdote, de cara al pueblo, abre los brazos y dice:
℣.: El Señor esté con vosotros.
℣.: El Señor esté con vosotros.
℟.: Y con tu espíritu.
℣.: Inclínense para recibir la bendición.
℣.: Dios nuestro,
que con tu perdón renuevas a tu pueblo
y con tu amor lo gobiernas,
concede que el Espíritu de sabiduría abunde
en quienes han recibido la misión de gobernar
tu Iglesia,
para que el bien de las ovejas
sirva de gozo eterno a los pastores.
℟. Amen.
℣.: Tú que con tu poder
dispones el número de nuestros días
y el curso de los tiempos,
mira benévolo mi humilde servicio
y concede tu paz a nuestros días.
℟. Amen.
℣.: Bendice el ministerio
que he recibido por tu gracia,
y pues me has elevado al Orden en episcopal,
hazme grato a ti por mis buenas obra s;
y que el corazón del pueblo y del Obispo
tengan un mismo querer,
para que no falte al pastor la obediencia de su rebaño,
ni al rebaño el cuidado de su pastor.
℟. Amen.
℣.: Y los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo + y Espíritu + Santo
℟.: Amén.
℣.: Pueden ir en paz
℟.: Demos gracias a gracias a Dios
Luego el sacerdote besa el altar en señal de veneración, como al principio. Habiendo hecho la debida reverencia ante los ministros, se marcha.
ANTÍFONA MARIANA
(Salve Regina)
SALVE, REGINA, MATER MISERICORDIAE:
VITA, DULCEDO, SPES NOSTRA, SALVE.
AD TE CLAMAMUS, EXSULES, FILII HEVAE.
AD TE SUSPIRAMUS, GEMENTES
ET FLENTES IN HAC LACHRIMARUM VALLE.
EIA ERGO ADVOCATA NOSTRA,
ILLOS TUOS MISERICORDES OCULOS AD NOS CONVERTE.
ET IESUM, BENEDICTUM FRUCTUM VENTRIS TUI,
NOBIS POST HOC EXSILIUM OSTENDE.
O CLEMENS, O PIA, O DULCIS VIRGO MARIA